Fran Sevilla
Fran Sevilla, un ‘vagamundo’ del periodismo. Comprendió muy pronto, como él dice, “que las cosas no suceden por generación espontánea”. Tenía sólo 24 años y apenas se había iniciado en el periodismo. Aquellos eran unos tiempos en los que también existía un demonio común. Era la época de la lucha contra el “comunismo expansionista” y en su nombre se ejercían toda suerte de desmanes. Esas eran las consignas que seguía el régimen guatemalteco en su lucha contra la guerrilla. Sevilla recordaba en una entrevista con la publicación Seinforma cómo un acólito del Gobierno de ese país le resumió con toda crudeza la filosofía oficial. Señalando a los volcanes le dijo: “Allí arrojamos a los subversivos desde helicópteros. Esto de los derechos humanos no vale para nada. Si no aparecen, mejor”. La misma ideología que después encontraría en el Paraguay de Alfredo Stroessner o en el Chile que regía la dictadura de Augusto Pinochet. Pero el joven reportero descubrió junto a la guerrilla guatemalteca o en la guerra civil de El Salvador que la rebelión que apadrinaban estos movimientos armados “tenía una razón de ser, surgía de la marginación, de la exclusión, de la miseria social”. Fue entonces cuando el periodista asumió una premisa que desde entonces ha marcado su quehacer profesional. “Me di cuenta de que mi compromiso tenía que ser con las víctimas”, asegura. Era una época en la que Sevilla —que se había licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid— viajaba por Centroamérica y el Cono Sur como colaborador polifacético de medios como El País, Tiempo, Interviú, Mundo Obrero, Radio Nacional o Radio Cadena. “Hacía de todo: textos, fotos, crónicas de radio, cualquier cosa que me compraran”, me explicó. Una etapa de “hambre y penurias” —rememora con cierta sorna— que concluyó en 1988 cuando entró en plantilla en Radio Nacional de España. Con ese medio de comunicación ha cubierto los principales conflictos de finales del siglo XX, empezando por la primera guerra del Golfo, la desintegración de Yugoslavia o la sempiterna contienda generada por la ocupación israelí de los territorios palestinos, donde ejerció como corresponsal entre 1996 y 2000. Sevilla ya lo sabía, pero allí se reafirmó su convicción de que todo periodista especializado en conflictos debe basar su desempeño en dos asignaturas imprescindibles: historia y geografía. “Los alumnos se quedan sorprendidos cuando piensan que voy a hablar del valor o del arrojo que debe tener un periodista, y no. Un corresponsal de guerra tiene que saber de qué está hablando y para saberlo, tiene que estudiar”, afirma. Su regreso a Madrid no interrumpió su vínculo con el reporterismo internacional. De hecho retornó muy pronto a los territorios palestinos para asistir a la devastadora ofensiva israelí que intentó aplastar la segunda Intifada (2001-2002), cubrió la guerra de Afganistán (2001) y la invasión de Iraq de 2003. Quizá en un guiño a su propia carrera, Sevilla volvió en 2007 adonde había comenzado, a Centroamérica, como corresponsal de su emisora. Desde allí continúa ejerciendo como “vagamundo”, una profesión que según dice él mismo, “no implica deambular de un lugar a otro sin oficio ni beneficio”, sino “empaparse de aquello que uno ve y vive, de todo lo que sale al encuentro”. Javier Espinosa